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DEJÁTE ATRAPAR POR ESTA MÁGICA HISTORIA
La carreta de la muerte
Aquella maestra de una de las dos escuelas primarias de Tuxpan, estaba concentrada revisando los exámenes de sus alumnos de sexto año, en su casa a media cuadra del jardín por la calle Zaragoza, máximo grado de estudios que había en la población, a principio de los años cincuenta del siglo pasado.
Ya pasaba de la media noche, se alumbraba con un aparato de mecha y petróleo, muy demandado en la tienda de Chaño La Mulita, pues la luz de los focos de entonces, daban una luz muy débil.
De pronto los perros de las cercanías comenzaron a ladrar con alarma. La maestra se desconcentro, para poner atención a un extraño sonido que se comenzó a escuchar a la distancia. Parecía un rechinido que se acercaba poco a poco, hacia el mal alumbrado centro del pueblo.
Cada vez, se escuchaba más cerca y claro aquel ruido. Si, parecía una carreta de tiro. Los perros ya no ladraban, ahora aullaban escalofriantemente. Cuando los cascos de un caballo y el rechinar de las ruedas de una carreta, pasaban por fuera, la maestra nerviosamente se animó a abrir un poco la ventana de dos hojas.
Vio a un caballo cenizo, viejo y flaco, jalando una carreta con una luz como de cirio o vela. Un bulto negro llevaba las riendas del caballo, el rechinido era macabro, escalofriante, los perros habían enloquecido.
Varias ventanas de vecinos se abrieron un poco, escuchándose voces de mujeres que gritaban.
_¡Ave María Purisimaaaa!_
_¡Sin pecado concebidaaaa!_
Respondían otras, para que se alejara aquella maldición. Pues se trataba de la carreta de la muerte. La gente sabía que al siguiente día habría una desgracia, quizá un terremoto o una muerte trágica. La maestra corrió a su recamara y se puso a orar.
Amaneció un nuevo día, todo parecía normal, aunque las personas temerosas, comentaban el macabro rechinido de la carreta de la muerte horas atrás.
Como a las diez de la mañana, los radios dejaron de funcionar, las pocas señoras del centro que tenían planchas eléctricas y que estaban planchando, dejaron de hacerlo porque se fue la luz. Por el barrio de La Mulita había una gran consternación. Un trabajador electricista, por un lamentable accidente se electrocuto en la parte alta de un poste de cableado.
Pero muchas personas no pensaban que fue un accidente. Se lo atribuían a que por la noche paso la carreta de la muerte.
Hoy en día, se dice que se sigue oyendo la carreta de la muerte, con el alarmado aullido de los perros. Y que invariablemente, alguien de las cercanías muere de manera trágica.