VIVETUXPAN

La noche estaba a punto de caer, hacia el Norte relampagueaba una tormenta. Fue entonces que el Campesino aquel decidió regresar, la jornada había sido larga escardando su parcela. Guardo en una cabañita, sus implementos de trabajo como un azadón, una guadaña y un hacha. Solamente con su machete y su costalillo del bastimento, salió al camino que lo llevaría a Tuxpan.

El pequeño terreno de su propiedad, estaba por donde se conocía como, La vuelta del cerro, pasando las Piedras Calizas, también la gente le decía, El camino viejo a Zapotiltic. Calculo que en media hora pasaría por Las Piedras Calizas, y en otra más llegaría a su casa. Con su inseparable linterna grande, se alumbraba el camino. Al llegar a las piedras calizas, lo que vio no lo podía creer, se restregó los ojos para estar seguro que no soñaba. Precisamente donde empezaban las mentadas piedras y que se perdían cuesta arriba, ahora había una enorme finca de tipo colonial. Eso no era posible, por la mañana cuando paso no estaba aquella gran construcción.

Una iluminación rojiza se veía al interior, además se escuchaba música. Muy intrigado decidió investigar, con cautela se acercó lentamente. Quedo estupefacto ante lo que atisbo ya muy cerca de la ventana; había una gran fiesta de etiqueta, y damas sumamente elegantes que bailaban valses muy antiguos, con una numerosa orquesta de por lo menos treinta músicos y un director.

De inmediato le llamo la atención que aquellas elegantes parejas, tenían los rostros coloreados, como que su iluminación provenía de un horno muy caliente. Con una enorme curiosidad se acercómás a la ventana, entonces quedo horrorizado. Por debajo de sus elegantes vestimentas, sus pies no lo eran, sino pezuñas de diferentes animales, como vacas, caballos, asnos, patas de chivos, perros, gallinas, guajolotes y otros.

Quedo paralizado con lo que estaba viendo. De repente la música paro, y todos aquellos seres incluyendo los de la orquesta, al mismo tiempo voltearon a verlo dando escalofriantes carcajadas. Sacando fuerzas de su mismo horror, dio algunos pasos hacia atrás, y hecho a correr dando traspiés, cayendo y levantándose, al tiempo que escuchaba claramente, como una manada de animales lo seguían con horripilantes risas y diabólicas carcajadas.

Al otro día, como no llego a su casa, familiares y vecinos lo fueron a buscar. Nunca lo encontraron, solo vieron en la tierra lodosa del camino infinidad de huellas de diferentes animales, pero también muy claramente las de unos huaraches. Todos aquellos rastros se perdían donde empezaban la piedras calizas. Los campesinos procuraban que no se les hiciera de noche por esos lugares, porque decían que, entre las piedras calizas existía... UNA PUERTA HACIA EL INFIERNO.