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DEJÁTE ATRAPAR POR ESTA MÁGICA HISTORIA

Los duendes de la barranca

Aquel campesino regresaba a su rancho a caballo después de hacer algunas compras en Tuxpan, Jal.

Al filo del mediodía bajaba un tramo de camino que era un atajo por “La barranca del Cinique” para después subir por una vereda y llegaría a su hogar. El Sol caía a plomo, a la distancia vio aquel grande árbol con amplia sombra que conocía muy bien, sabía que al pie de la enorme higuera corría un arroyuelo de limpia y cristalina agua, se detendría para beber y también su montura, el calor estaba ya insoportable.

Amarro su yegua con lazo largo para que saciara la sed, lleno su bule del cristalino líquido y se sentó en una piedra. Con placer dio grandes sorbos, había una gran algarabía de pájaros en las enormes ramas sobre su cabeza, eso le alegro el corazón. Estaba disfrutando el momento con la sombra, el agua y los trinos, cuando de pronto sintió que un pequeño objeto lo golpeo en la espalda quedándole un poco de ardor; volteo hacia todos lados pero no vio nada, en cambio si oyó varias risitas, siguió buscando con la mirada cuando ahora varios golpecitos los volvió a sentir con más ardor, y las risitas entre burlonas y picarescas las escucho más claramente.

Dejo el bule sobre el zacate y se puso atento, aquello era muy raro. Después de un momento se disponía a ponerse de pie para proseguir pensando que todo lo había imaginado, aunque los ardores eran muy reales. Cuando sintió nuevamente aquellos pinchazos y las risitas burlonas, parecían de niños; pero también alcanzo a ver claramente que unos arbustos se movieron. Los que se burlaban y le pegaban con algo en la espalda estaban atrás. Se quedó quieto fingiendo que no vio ni sintió nada. Tal como lo pensó, nuevamente los golpecitos como de piedritas en la espalda y las risitas burlonas. Entonces se dio el parón y corrió con agilidad los cinco metros que lo separaban de los matorrales, con ambas manos los aparto, sorprendiendo a una docena más o menos de pequeños seres color verde del tamaño de una botella de refresco, orejas puntiagudas, ojos grandes, caritas perversas, ropa estrambótica, se dio cuenta entonces que aquellos extraños seres lo que le arrojaban como dardos, era con cerbatanas de tallos de calabaza. Quedo asombrado ante lo increíble por un segundo, pero enseguida reacciono queriente atrapar a alguno. Fue imposible, eran muy rápidos, corrieron en círculo a su alrededor burlándose con risas escalofriantes, y así burlescos y malignos se perdieron en la maleza. Entonces trato de caminar hacia su yegua amarrada pero, un súbito mareo lo acometió, las piernas le flaquearon cayendo de rodillas, luego se acostó sintiendo una profunda soñolencia.

Abrió los ojos, estaba boca arriba, a través de las ramas del enorme árbol vio la Luna llena, trato de recordar que había pasado, si, los pequeños seres verdes grotescos y burlescos algo le arrojaban con cerbatanas silvestres, cuando los descubrió detrás de los arbustos trato de agarrarlos pero eran demasiado rápidos, entonces quiso caminar hacia su montura pero no pudo y, ya no supo más. Le dolía el cuerpo con un leve malestar de cabeza; quiso ponerse de pie pero no se podía mover, entonces se dio cuenta que estaba atado; aquellos diabólicos seres lo habían amarrado con bejucos a cuatro estacas clavadas en el suelo, dos en los pies y dos en las manos, sintió también que le seguían los ardores en la espalda, de seguro lo que le lanzaron fueron dardos somníferos, no encontraba otra explicación.

De pronto sintió miedo al estar en tan extrañas circunstancias, no tenía idea de la hora y comenzó a gritar _ ¡Auxilió! ¡Socorrooo¡ ¡Ayúdenme por favor! ¡Aquiiii ¡ Solo escucho las grandes ramas que gemían con el viento y vio varias lechuzas de ojos rojos sobre ellas. Continuo gritando con todas sus fuerzas no supo por cuanto tiempo, hasta que no pudo más de cansancio. Volvió a escuchar las ricitas en algún lugar muy cerca, risas satánicas de apariencia infantil. Continuo gritando ya muy débilmente, estaba exhausto, entumido y con mucho frio; se quedó dormido por el cansancio.

Cuando despertó, estaba amaneciendo, se sentía terriblemente entumido y molido. Sacando fuerza de su angustia y desesperación continuo gritando. Al poco rato le pareció escuchar que algo se acercaba, aguzo el oído, eran los cascos de un caballo con ruidos como de botes lecheros, grito lo más recio de que fue capaz. En efecto, un lechero en una mula y los recipientescolgando de la silla pasaba por aquel camino muy pocotransitado. Cuando lo vio se acercó,

Sintiendo que volvía a la vida le dijo _ ¡Gracias dios mío por escucharme ¡ ¡ Gracias amigo, desáteme por favor ya no aguanto¡ _

El lechero se rasco la cabeza por debajo del sombrero _ ¡Otro que fue víctima de los duendes de la barranca! _ _La gente no cree, pero en estos lugares hay muchos de esos seres, lo mejor es no detenerse para nada. Son muy juguetones, bromistas y perversos, les gusta paralizar a sus víctimas con dardos somníferos _Pudo haber sido fatal, yo tome este atajo de casualidad, sino Ud. Quizá hubiera muerto amigo! _

_ ¡Ahorita lo desato! _

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AUTOR: JOSÉ SILVA VÁZQUEZ.

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